viernes, 23 de diciembre de 2011

LUIS ESPINAL: NO QUEREMOS MÁRTIRES (borrador inconcluso)

El país no necesita mártires, sino constructores. No queremos mártires, así se queden vacías las horas cívicas.

El mártir es un personaje vistoso, demasiado emotivo; es el último refugio para los "héroes" revolucionarios, sobre todo si proceden de la pequeña burguesía.

El mártir es demasiado vistoso, y los personajes vistosos no sirven para el socialismo; piensan demasiado en sí mismos. El mártir es el último aventurero; en otro siglo, pudo haber sido un pirata o un negrero. El mártir es un individualista, equivocado de lado.

El mártir es un masoquista; si no puede vencer en el triunfo, procura sobresalir en la derrota. Por esto, le gusta ser incomprendido y perseguido. Necesita al torturador; e inconscientemente lo crea.

¿El mártir no será un flojo? No tiene la constancia para vivir revolucionariamente; por esto quiere morir, en espera de convertirse en personaje de vitrina. Porque el mártir tiene algo de figurón y de torero.

El grupo político desplazado tiende a la mística del martirio; procura sublimar la derrota.

En cambio, el pueblo no tiene vocación de mártir. Cuando el pueblo cae en el combate, lo hace sencillamente, cae sin poses, no espera convertirse en estatua.

Por ello, necesitamos videntes, políticos, técnicos, obreros de la revolución; pero no, mártires.

No hay que dar la vida muriendo, sino trabajando. Fuera los slogans que dan culto a la muerte. Alguien dijo: "El peso lo llevan los bueyes, y no las águilas".

Para la revolución social desconfiemos del entusiasmo adolescente. Los mártires son adolescentes. Y hay adolescentes de 50 años de edad.

La revolución es algo demasiado serio para tomársela a la ligera. La revolución es violenta: es una operación quirúrgica social; por esto no hay que entusiasmarse con el bisturí.

Dicen que la revolución es laica; pero si nos descuidamos podemos caer en todos los mitos idolátricos de culto a la personalidad, al esfuerzo, al melodrama... Pero, revolución y melodrama no combinan.

Porque la revolución necesita hombres lúcidos y conscientes; realistas, pero con ideal. Y si un día les toca dar la vida, lo harán con la sencillez de quien cumple una tarea más, y sin gestos melodramáticos.

Luis Espinal


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