sábado, 26 de enero de 2013

“¿QUIÉN DE USTEDES ME PUEDE RESPONDER?”


Testimonio de la compañera Domitila Barrios de Chungara en "Si me permiten hablar...", Moema Viezzer, 1978.
 Los trabajadores mineros tenemos tres emisoras que son totalmente nuestras: “La Voz del Minero” de Siglo XX, la “21 de Diciembre” de Catavi y la radio “Llallagua” de esa población. Nosotros las hemos adquirido con nuestros esfuerzos y sacrificios y nosotros las mantenemos. Nuestros son los locutores, que hablan en un lenguaje bien nuestro y nos hacen saber toda la situación que vive el país. Es la manera que tenemos de informarnos y comunicarnos.

Por eso miramos a esas emisoras con tanto cuidado. Son bienes de la clase trabajadora minera. Y son muy importantes para saber a qué atenernos cada vez que ocurre algo. También nos distraen y nos educan.

Por eso, cada vez que hay un problema, siempre procuramos defender nuestras radios, para que no se corte la comunicación entre nosotros. Y siempre que el ejército entra a las minas, lo primero que ataca son las emisoras y nosotros luchamos hasta que nos las devuelvan.

También hay la “Radio Pío XII” que es de los padres oblatos. En un principio, como estaba en manos de gente que tenía una “misión especial” y que eran los curas que tenían una formación especial, la Pío XII no cumplió con su papel. Como vivía el Papa Pío XII y el Vaticano había dado órdenes de combatir al comunismo en todo el mundo, entonces, todos aquellos sacerdotes que vinieron aquella vez, lo que hacían, pues, era una pelea abierta contra el comunismo. Y como en Siglo XX teníamos dirigentes que declaraban abiertamente que eran comunistas, entonces era una pelea constante contra los dirigentes, contra los sindicatos.

Ahora todo está diferente, desde hace algunos años, y la Radio Pío XII trabaja bastante en favor nuestro. Y si antes, a los sacerdotes no los molestaban, ahora, al igual que a nosotros los apalean, los mandan a la cárcel y los expulsan del país.

Hasta el 74, nosotros en la mina conocíamos la radio, pero nunca habíamos tenido televisión, muchos ni siquiera sabíamos lo que era un televisor.

Y resulta que “por obra y gracia” del gobierno de Bánzer, aparecieron 5 000 televisores en Siglo XX en ese año. Como pan caliente los repartieron en cada hogar. Hicieron sorteos, entregaron los aparatos dando facilidades, o sea que la empresa COMIBOL los compra y a los obreros les va descontando de su sueldo mensual hasta pagarlo completamente. Así, ¿no?

Pero lo que pasa es que la televisión boliviana tiene canales donde solamente pasan programas controlados por el gobierno haciendo ver que el gobierno actual “es muy bueno” y llevando programas de mucha penetración extranjera, de penetración muy fuerte del imperialismo.
Y bueno, mi hijo salió a la vecina y vio un televisor, un programa donde le mostraron un mundo maravilloso, donde había ratones que hablaban y donde había parques hermosos y todo. Aquel había sido el mundo de Disneylandia. Y mi hijito vuelve a casa todo triste y me dice:

—Mamita, me voy a portar biencito. ¿Por qué no me mandas a Disneylandia? Yo quiero jugar con el osito, con el ratoncito. Me vas a llevar a Disneylandia, ¿verdad? Yo quiero también aquel trencito, mamita.

Y así, durante una semana, mi hijo ya no quería jugar con sus juguetes, sus latas de sardina o de leche.

No quería ir a la calle, quería ir a Disneylandia. Y soñaba con Disneylandia, mi hijo.

—Yo quiero ir al parque infantil —me decía él—, quiero los globos.

Y así, quiero eso y quiero el otro... Y bueno, yo me molestaba y le decía:

—No vas más a ver televisión. Aquí en la mina no hay nada de eso.

Dos o tres días después, en la pulpería me encuentro con mis compañeras.

—¿Ha visto la televisión, señora?

—No, no tengo yo televisión.

—¡Ay!... Anoche han dado un desfile de modas... ¡Qué hermoso... qué hermoso!... Y pensar que nosotras, que trabajamos desde las 4 de la mañana lavando, planchando, cocinando, atendiendo a los chicos, viniendo a la pulpería... nunca, nunca vamos a poder alcanzar tener un traje, un peinado de aquellos, una joya de aquellas que se ven en la televisión... ¡Qué pena que nos hemos casado con un minero!

¡Imagínense!... Yo pensé: ¡esta televisión está haciendo mal a mi pueblo! Nuestros hijos ya no quieren jugar con sus juguetitos. Las mujeres ya comienzan a lamentarse de su situación. Pero... ¡No es de ese lado que deben lamentarse!... Eso es un daño que está haciendo la televisión. Es un daño.

¿Qué hace la televisión en favor de la clase trabajadora? Allí el gobierno pasa los programas que quiere. Además, al rato que quiere usa la televisión para insultarnos y nos llama de agitadores, dice que los de Siglo XX son unos extremistas, unos tales, unos cuales. Él nos hace “trapos” por la televisión. Y nosotros no podemos ni siquiera responder, porque no tenemos una televisión del pueblo.

Tenemos, sí, nuestras radios. Y justamente para que no respondamos a lo que nos dice el gobierno, una mañana de enero del 75, entraron los del ejército y destruyeron nuestras emisoras. Astillas las hicieron. Pedazos. Sólo de ver, daba rabia. No dejaron un clavo en su puesto.

Y todo se lo llevaron: radios, aparatos, discos, joyas de música folclórica, música antigua, música de ahora, grabaciones que teníamos de nuestros dirigentes... todo se lo llevaron.

También apresaron a un montón de gente: trabajadores de las radios, dirigentes obreros y otros más.

Y bueno, el ejército hizo todos esos estragos en aquella mañana y pensó que nosotros, porque ya no teníamos organización sindical oficialmente reconocida y nuestro dirigente sindical estaba preso, nos íbamos a callar, no íbamos a decir nada.

Pero ¿qué pasó? Los trabajadores se pararon como “un solo hombre” y dijeron: “Mientras no nos devuelvan las radios, no entramos a trabajar”. Y se declararon en huelga.

Y como no había respuesta alguna del gobierno, se declaró la huelga indefinida. Y se formó un solo comité de huelga entre los cinco sindicatos más fuertes de la región.

En toda forma se trató de romper aquella unidad. Por ejemplo, el sindicato “20 de Octubre”, que es de los locatarios, desde hacía un año solicitaba ampliación de paraje, otras fuentes de trabajo, porque el lugar donde están actualmente ya no tiene mineral, ya se ha agotado.

La ampliación consiste en que la empresa les indique otros lugares donde hay mineral para que allí trabajen. Y la empresa se resistía a dar esta ampliación. Pero cuando todos los sindicatos empezaron la huelga, mandaron a un emisario a buscar a los compañeros del “20 de Octubre” y decirles que el gobierno les iba a dar ampliación de trabajo para un año más, pero siempre y cuando ellos entraran a trabajar y rompieran la huelga. Entonces sí que hubo una cierta vacilación entre los compañeros. Y decían: “...si desde tanto tiempo estamos buscando esta solución... mejor volvemos a trabajar, ¿no?”

Pero el criterio revolucionario y la unidad que tiene la clase trabajadora fue difícil de romper. Y, si al principio pedíamos que se nos devuelvan las emisoras y liberten a los presos políticos, se aumentó este punto: “la ampliación de parajes para los trabajadores del '20 de Octubre' con el apoyo de los cinco sindicatos y siguiendo la huelga”. Eso fue bastante bueno.

También buscaron comprar a la gente ofreciendo más sueldos y becas y otras cosas. Y consiguieron organizar unas cien personas que entraron a trabajar. Pero entonces, se escribían sus nombres en un pizarrón, donde se decía: “el trabajador 'fulano de tal' es traidor de su clase, porque se está prestando a esta maniobra”. Y los trabajadores, furiosos, los buscaban. Y ellos desistían del trabajo, porque no querían arruinarse, ¿no? Son muy pocos los que están vendidos al gobierno, que tienen “cartas blancas” para actuar en todo sentido.

Frente a esa firmeza de los trabajadores, los del gobierno dijeron: “Muy bien. Que se mueran de hambre, entonces”.

Y nos rodeó el ejército. No nos dejaban salir ni entrar. A nadie. Y pensaron ahogar allí nomás la cosa, cercándonos. No dejaban entrar ni verdura, ni otros víveres. Nada. Tampoco nos permitían cualquier tipo de comunicación. Ellos tenían las radios, pues.

Pero —y por eso digo que es importante la participación de la juventud— un chico al que mataron su padre en la masacre, hace años, vino a plantearme ese problema:

—Señora, he estudiado bien la situación. Los soldados están parados a cada cinco metros, pero también se duermen a cierta hora de la noche. Los he visto. Yo podría salir, quizá, por allí, mientras duermen ellos. Yo podría arrastrarme y podría salir.

—No hagas tonterías —le dije—. ¿Cómo vas a hacer?

No me contestó el chico, pero supe después que había salido con otros tres muchachos. Se fueron a tomar contacto con otros lugares y dijeron: “En Siglo XX pasa esto: nos han rodeado”...

Entonces se enteró la opinión pública del resto del país. Y comenzaron a apoyarnos los universitarios, los fabriles, las otras minas. Y el paro ya estaba siendo nacional.

Entonces el gobierno, que estaba declarando que, aunque le pongan la soga al cuello, no nos iba a devolver las emisoras, inmediatamente tuvo que mandar una comisión para “entablar el diálogo, porque hay que arreglar de alguna forma la cosa”.

Y se presentó la comisión. Los agentes del DIC les informaron que éramos solo unos cincuenta tipos que agitábamos en ahí. Entonces la comisión quiso hablar con esos cincuenta tipos nomás.
Los trabajadores que allí estuvieron dijeron muy claro lo que pensaban. Uno les dijo:

—Ustedes han acallado a nuestras emisoras que son tan importantes para nosotros. Ustedes nos quieren hacer retroceder hacia siglos atrás, donde no se conocía ni la radio ni nada. Ustedes quieren sumirnos en la ignorancia.

Entonces uno de la comisión le respondió:

—Oh, compañero. Pero, ¡si ustedes tienen televisores! ¡Si les hemos dado el equipo más moderno! Pronto ya vamos a tener varios canales en Bolivia, y ustedes van a tener las facilidades de elegir el programa que quieran. Con el tiempo, todas esas cosas: radios, tocadiscos, van a desaparecer, porque están viniendo nuevos inventos. Y es importante que ustedes comprendan que los televisores llegaron para su adelanto.

Y con eso querían que nos conformáramos, ¿no? También dijeron:

—Hay que aceptar que ustedes exageran las cosas. Aquí hay una psicosis antimilitarista, hay una enfermedad antimilitarista. Es cierto que en el pasado el ejército ha tenido que tomar algunas medidas drásticas en contra de la clase trabajadora. Pero ahora nosotros queremos dialogar, queremos debatir, queremos llevar adelante el país.

Y con su doctrina él nos salía allí. También nos pintaron un cuadro como si nosotros fuéramos los únicos culpables por el cierre de las emisoras, por habernos atrevido a decir que nosotros no estábamos conformes con las medidas de entreguismo adoptadas por el gobierno de Bánzer, especialmente con la entrega del petróleo y del hierro del Mutún al Brasil.

El Comité de Amas de Casa también participó en esa asamblea. Yo tenía planteamientos concretos que hacer. Y resulta que se me ocurrió tomar la palabra.

—Si me permiten hablar... —dije.

—Sí, bueno, sí. En un momento como el que estamos, quizá las ideas de las mujeres puedan clarificar algo... —dijo uno riéndose un tanto.
Como siempre acostumbran ellos, nos habían hecho primeramente unos números diciendo que el país está en quiebra, que tanto de entrada hay nomás y tanto de gasto tenemos, y que, si no vamos a cubrir esto, el país se va a ir a la bancarrota, y que si seguimos haciendo huelgas va a ocurrir esto y esto, y que con esta huelga tanto hemos perdido... y que tal y que cual. 
Entonces yo dije: 
—Yo vengo en representación del Comité de Amas de Casa de Siglo XX, donde están agrupadas
la mayoría de las esposas de los trabajadores.

Nosotras, al igual que los trabajadores, repudiamos este atentado en contra de la cultura que han hecho ustedes con nuestro pueblo. Porque ustedes han destrozado cuatro de nuestras emisoras. 

Atropelladamente, como delincuentes han entrado aquí ustedes y han destrozado todo esto que era nuestro. Nosotros no estamos de acuerdo con ese atropello. Repudiamos y exigimos que nos devuelvan inmediatamente lo que es nuestro y nos ha costado tanto.

Ahora voy a empezar por lo que ustedes dijeron. Por ejemplo, ustedes nos dicen aquí, leyendo en su libro y en el pizarrón sus números, que el gobierno de Bánzer está marchando maravillosamente y que nosotros somos los perjudiciales. Nosotros no vivimos de números; desde ya le vamos a decir, señor, que no vivimos de números. Nosotros vivimos de la realidad.

Yo quisiera que ustedes, que han visto a este gobierno todo bueno, por favor me ayuden a comprender cuál de las medidas que ha adoptado el gobierno es buena para nosotros.

En primer lugar, el general Bánzer ha entrado a gobernar a un país donde nadie lo ha elegido. Por la fuerza de las armas ha entrado, ha matado a un montón de gente y entre ellos a nuestros hijos y nuestros compañeros. Ha ametrallado la universidad, ha reprimido y sigue reprimiendo a mucha gente. Nuestras riquezas, se las está entregando a los extranjeros, especialmente al Brasil.

Ahora yo le pregunto: ¿cuál ha sido su medida en favor de la clase trabajadora? Primero, ha decretado la devaluación monetaria. Después el “paquete económico”. Ha intervenido la universidad. Ha clausurado el año escolar. Ha masacrado a los campesinos en Tolata. Ha disuelto los sindicatos y los partidos políticos. Y ahora ha allanado las sedes sindicales para acallar las emisoras. Todo eso es cierto, ¿no?

Yo quisiera entonces, que ustedes me respondan, por favor, ¿cuál de estas medidas que ha tomado el gobierno es en favor de la clase trabajadora? ¿Quién de ustedes me puede responder?

Todos se callaban.

—Ahora, avanzando más allá, ustedes han dicho que nosotros tenemos una psicosis antimilitarista, una enfermedad contra los militares. Eso también es falso. Ustedes no saben apreciar en toda la medida lo que vale el pueblo y lo que sabe el pueblo.

Yo les voy a dar simplemente un ejemplo de que esa teoría de ustedes es falsa: un gobierno militar, de tipo fascista, ha quitado los salarios a la clase trabajadora y ése fue el de Barrientos. Otro gobierno, también militar, nos ha devuelto aquello y ése fue el de Juan José Torres. Y por ese gobierno, nuestros esposos estaban dispuestos a dar su vida. Y lo han demostrado. Cada vez que había amenaza de golpe de Estado contra Torres, a los mineros no les importaba dejar a sus esposas, a sus hijos, y en masa se trasladaban a La Paz, en camiones. No tenían armas. Pero si tenían un cuchillo, con ese cuchillo se iban; si tenían un machete, con ese machete; si tenían dinamita, con esa dinamita se trasladaban a La Paz a defender el gobierno del general Torres, que también era militar, ¿no? Entonces ven ustedes que los trabajadores demostraron que no tienen esa enfermedad antimilitarista. Por una cosa que ha hecho Torres en favor de la clase trabajadora, los mineros estaban dispuestos a dar su vida por él. Hay que ser justos con el pueblo.

Ahora ustedes han repartido 5000 televisores. Nosotros no estamos en contra del adelanto. Queremos, sí, el adelanto para nuestro país. Pero, ¿qué pasa con la televisión? ¿De qué sirve a nosotros en ese momento? La televisión está manejada desde el Estado. Y desde allí el gobierno nos hace trizas a nosotros por televisión. De los mineros dice: “estos locos, estos vagos, estos rojos”, estos tales y estos cuales. Y nosotros no tenemos un canal televisor donde le podamos responder. Teníamos solamente nuestras radios. Y, para acabar con esa última voz, las hicieron astillas.

Ahora, miren: ¿qué ha pasado con los que recibieron su televisor? ¿En que los ayuda la televisión? Nuestras radios, aunque en un lenguaje brusco —salvaje como dicen ustedes—, hablaban de nosotros, de nuestros problemas, de nuestra situación. Pero esa televisión que nos dan, donde nos hablan y nos muestran mundos que no son los nuestros, de mundos que nunca vamos a alcanzar... ¿para qué sirve esta televisión? Para hacernos más desgraciados e infelices.

Claro, es bonito tener televisión, ver otros países y todo eso. Pero... ¡qué desgracia, qué desgracia ver que otros países que no producen el estaño y con él se están enriqueciendo, esos tienen mundos fantasiosos para sus hijos y nosotros no tenemos nada! ¡Qué doloroso es ver que nuestros compañeros están botando sus pulmones en las minas solamente para dar riquezas al extranjero! 

¡Y qué doloroso es para nosotras, las mujeres que tenemos que ser cocinera, lavandera, niñera y todo, sin jamás poder tener ningún confort de aquellos que nos muestra la televisión. ¿Acaso no somos mujeres como ésas que vemos? ¿Acaso no trabajamos más que ellas? Y ellas pueden tener y lucir todo, mientras nosotros nos ahogamos en la miseria.

Entonces, ¿qué pasa con la televisión? Que a nosotros, en vez de servir de educación, de distracción, nos sirve para hacernos más desgraciados. Sí, allí mismo en la televisión que trajeron ustedes nosotros vemos eso y nos damos cuenta de todo eso. No es que nosotros estemos en contra de la civilización. ¡Qué bonito sería tener un canal televisor para nosotros, que esté en nuestras manos! En ese caso sí, sería hermoso. Sí, quisiéramos tener un canal de televisión, pero que hable de nuestra situación, de nuestros problemas, que nos eduque. ¡Qué hermoso sería que los trabajadores mineros, en vez de nuestras radios, tuviéramos un canal televisor que trasmita por todo el país la realidad minera! Entonces toda la gente se daría cuenta de quiénes somos nosotros, porque incluso mucha gente del país no nos comprende porque no nos conoce. Hay muchos bolivianos que dicen: ¿qué sabes tú del “khoya loco”? ¿No sabes que masca coca, que está drogado, que no hay que apoyarlo? Pero para nosotras, él no es el '“khoya loco”, él no es el hombre que no sabe, él es más bien el hombre que está sustentando la economía del país.

Todo eso les dije. Y les pedí que me contestaran. Pero ninguno quiso hacerlo.

Y lo único que dijeron fue que nosotros éramos los agitadores y que ellos querían hablar con las masas.

Por la tarde ellos se encontraron con las masas. Pero ¡fue una cosa terrible! Los trabajadores los trataron muy duramente. Les hicieron comprender que, antes que nada, ellos querían sus emisoras. Y que los del gobierno eran unos salvajes que destrozaron todo de una manera brutal. 
Los de la comisión se levantaron y se fueron. Estaban asustados. Y el primero de mayo nos devolvieron nuestras emisoras. Pero la Pío XII quedó silenciada por varios meses más. Y siguieron distribuyendo televisores en las minas.
 

viernes, 28 de diciembre de 2012

LA CANCION CENSURADA DE FACÇÃO CENTRAL


Facção Central es una agrupación hip hop brasilera nacida en 1989 en los suburbios de Sao Paulo. Su videoclip “Isso Aqui é uma Guerra" (ÉSTO ES UNA GUERRA), así como muchas de sus canciones reflejan la realidad de miseria, violencia policial, desempleo, analfabetismo y explotación al cual está sometido el pueblo de ese país.

La prensa burguesa y el aparato judicial so pretexto de "apología del crimen" han censurado esta canción intentando ocultar la realidad del Brasil profundo, esa realidad que no sale en las noticias, ni en las portadas de las revistas, ni en los postales turísticos. Esos mismos medios de comunicación que le ocultan al mundo esta realidad fabrican una imagen superficial y distorsionada del Brasil: "futbol, carnaval y mujeres bonitas".

ENTREVISTA A KARL MARX

Por.- Jenny y Laura.

Un día, a mediados de la década de 1860, las jóvenes Laura y Jenny invitaron a su padre a responder las interrogantes de un juego de salón muy popular en su época. Las siguientes fueron las respuestas de K. Marx anotadas por sus hijas, publicadas mucho después (1913) por un periódico alemán.

Tu virtud favorita:

La sencillez, en el hombre la fuerza, en la mujer la debilidad.

Tu principal característica:

La determinación, tener un sólo objetivo.

Tu idea de la felicidad:

Luchar.

Tu idea de la miseria:

La sumisión.

El defecto que más disculpas:

La credulidad.

El defecto que más detestas:

El servilismo.

Tu principal antipatía:

Martín Tupper (escritor de la Inglaterra victoriana, autor de un libros sobre enseñanzas morales)

Ocupación favorita:

Ratón de biblioteca.

Poeta favorito:

Shakespeare, Esquilo, Goethe.

Escritor en prosa favorito:

Diderot.

Héroe favorito:

Espartaco, Kepler.

Heroína favorita:

Gretchen (del Fausto de Goethe)

Flor favorita:

El laurel.

Color favorito:

El rojo.

Nombre favorito:

Laura, Jenny.

Plato favorito:

El pescado

Máxima favorita:

Nada humano me es extraño.

Lema favorito:

Se debe dudar de todo.

Publicado por primera vez en Die Newe Zeit, 1913.



FAVELAS, "DESASTRES NATURALES" Y CAPITALISMO BUROCRÁTICO EN LATINOAMÉRICA

Por.- Wilson Enríquez


Morro do Bumba, em Niterói: a gerência municipal é autora do desastre

Los llamados "desastres naturales" se producen en el mundo cada vez con mayor frecuencia, éstos golpean con mucho mayor rigor a los barrios pobres, pues no es una casualidad que las favelas siempre estén ubicadas en las zonas más vulnerables de las ciudades, ya sea en laderas de altas pendientes, en áreas de suelos inestables, tengan deficientes servicios de saneamiento básico y agua potable. Esta situación hace que los barrios pobres se encuentren desguarnecidos ante eventos naturales tales como aludes, terremotos, inundaciones, tsunamis y demás.

Los recientes hechos ocurridos en Rio de Janeiro, y con mayor rigor en Niterói, son una clara muestra de esta situación, al que se suman eventos naturales ocurridos pocos meses antes en otras ciudades latinoamericanas a las que puede agregarse las zonas de Usme, Chapinero o San Cristóbal en Bogotá; Huanu Huanuni en La Paz; Collique en Lima; Catuche y San Bernardino en Caracas; Iztapalapa, Iztacalco, Álvaro Obregón y Tlalpan en México D.F.; así como diferentes zonas de Santiago de Chile y Concepción destruidas por un sismo que casi llega a los 9 grados en la escala de Richter; hecho que suman miles de muertes, un número superior de heridos y cuantiosas pérdidas materiales en detrimento de las alicaídas economías de las familias más pobres de estas ciudades.

Favelas y "desastres naturales"

América Latina y el Caribe es la segunda región en el mundo con mayor de nivel de urbanización en el mundo, el mismo que alcanza el 75%, las concentraciones urbanas generalmente se han desarrollado de manera improvisada, por ello es importante analizar el problema de las favelas, pues sin duda, son los espacios urbanos más poblados en las ciudades de América Latina, problemática que viene extendiéndose en gran parte del planeta, en especial, en los llamados países del Tercer Mundo.

Uno de los rasgos importantes de las ciudades latinoamericanas es el proceso de urbanización poco o nada planificado, que ha generado diversos problemas como la necesidad de los moradores de los asentamientos humanos en las zonas más pobres de satisfacer espontáneamente la demanda de servicios básicos de agua potable y saneamiento básico. En la conformación de las ciudades latinoamericanas pueden constatarse desbalances del entorno natural al afectarse el ciclo hidrológico de las cuencas donde se producen estos asentamientos humanos.

Pueden evidenciarse procesos de deforestación, la pérdida de capacidad de infiltración y retención del agua en los suelos, los procesos erosivos, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas por los desechos domésticos e industriales, así como una larga lista de otros factores, que generan una permanente situación de vulnerabilidad frente a los "desastres naturales", así como, una serie de problemas de salud, en particular, enfermedades diarreicas agudas de evidente origen hídrico.

Así, los eventos naturales o "desastres naturales", cuyo tratamiento abrió una corriente multidisciplinaria llamada "gestión de riesgos", en realidad, son resultados de una pésima relación entre las sociedades urbanas — hechas a imagen y semejanza del capitalismo burocrático — con la naturaleza, en tanto que, el medio ambiente así haya sido dominado por la sociedad, no deja de estar presente y aparecer a través de desastres, como una clara expresión de resiliencia — empleándose el término en su acepción más tradicional, es decir desde la perspectiva física, biológica y química — ante los desórdenes originados por la intervención humana y el patrón de acumulación capitalista imperante.

Favelas y capitalismo burocrático

En Latinoamérica, ha habido una aceleración urbana que la región ha experimentado desde la década de 1960 y 1970, cuando migrantes del campo emigraron a las ciudades por la falta de acceso a las tierras de cultivo en las zonas rurales, que son acaparadas por terratenientes que los postraban en el hambre y miseria; los campesinos encontraron que los espacios urbanos tampoco contaban con la infraestructura idónea para asimilarlos, por otro lado, la misma estructuración del capitalismo burocrático tampoco les garantizó empleo o condiciones óptimas de subsistencia, esta situación alentó la configuración de una red urbana trunca y desarticulada, donde un lugar común es la ausencia de planificación.

Las favelas habitadas en las urbes latinoamericanas, pese a sus formas fuertemente inclinadas o sus suelos inestables, han sido urbanizadas, al punto de haberse convertido en moles de cemento; pueden observarse en cada una de las principales ciudades latinoamericanas una impresionante densidad demográfica, así como una fila de viviendas en las que existe un déficit de espacios públicos; las pocas áreas verdes existentes aún siguen retrayéndose frente a la necesidad creciente de espacios para ser habitados.

Éstas empiezan a ser pobladas en las décadas de 1950 y 1960, en tanto que en 1970, termina por estallar la urbanización de estos barrios; esta situación rediseñó los patrones de segregación residencial urbana en Latinoamérica, pues los proletarios y sub proletarios — la fuerza de trabajo — ocuparon las pendientes, las áreas con peores suelos o las zonas periféricas; estos procesos han marchado de manera casi paralela en Buenos Aires, Asunción, Rio de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, La Paz, conservando cada ciudad sus particularidades en los procesos de segregación urbana, pero respondiendo de una forma u otra a las características que son enumeradas en este artículo.

Esta ocupación surgió por la presión demográfica, la creciente necesidad de acceder a espacios cercanos al centro por estos ex pobladores rurales, quienes expulsados del campo ante el fracaso o inexistencia de las políticas agrarias, llegan a estas zonas, viéndose obligados a autoconstruir sus viviendas; el atractivo de ubicarse en estas áreas consiste en la mayor cercanía posible al centro de una ciudad, que suele concentrar en su corazón múltiples funciones como es característico de las megalópolis latinoamericanas.

Los pobladores de las favelas se agenciaron de todos los medios para cubrir las necesidades de ocupar un espacio; por ello, el acceso al agua potable ha sido paliado con el uso irregular y desordenado de manantiales existentes en las zonas o estableciendo una dependencia de vendedores aguateros que multiplican los costos de agua a precios altamente elevados en comparación con los hogares que cuentan con flujos regulares de agua potable; el problema del acceso al agua en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, pese a que ya transcurrieron más de 10 años de haberse pactado internacionalmente los llamados objetivos del milenio, dentro de los cuales se encuentra la meta de dotar agua potable a los más pobres del mundo.

En cuanto a los residuos del alcantarillado sanitario — cuando existe — , claramente se observa que muchos de estos no son tratados o son arrojados a los ríos más cercanos. Esta situación, propicia que estas aguas residuales se infiltren en los suelos, cosa que los ha tornado más inestables aún, pues el remojo de los suelos, hace peligrar las viviendas asentadas en favelas; por ello, en las épocas de lluvias, muchas de estas viviendas son arrastradas o enterradas por aludes.

La vivienda e infraestructura autoconstruida responde a una ecología de favela, pues no hay injerencia institucional para mejorar la vida de sus pobladores, sólo para reprimirlos, estigmatizarlos, criminalizarlos o culpabilizarlos por haber ocupado estos terrenos inestables y vulnerables, cuando en realidad la presencia de las favelas es un resultado de la incapacidad de los regímenes latinoamericanos adscritos al capitalismo burocrático para brindar mejores condiciones de vida a la mano de obra que atrajo a sus urbes, pero que luego las sumió en el subempleo o el empleo precario que reproduce relaciones semifeudales en la ciudad o sencillamente los obligó a engrosar los gruesos batallones de desempleados que transitan por las calles latinoamericanas.

Luego de los "desastres naturales", más corrupción y represión

Los "desastres naturales" no sólo golpean a las familias más pobres de las ciudades latinoamericanas, sino que son hábilmente aprovechadas por los burócratas y politiqueros latinoamericanos, quienes explotan al máximo estas circunstancias de dolor para desarrollar en primera instancia su marketing político, la situación suele empeorar si el evento coincide con una época electoral, pues éstos tratan de vender su imagen como aves de rapiña, fingiendo rostros compungidos, solidaridad y prometiendo el oro y el moro con ayudas a los damnificados que nunca llegarán o que si llegan serán recortadas en el camino.

En estas situaciones también son comunes promesas de reconstrucción de viviendas, otorgación de bonos extraordinarios, programas de empleo, etcétera; que en muchos casos no llegarán o si llegan sólo alcanzará a un pequeño sector de damnificados, los suficientes como para mostrar la fotografía que "pruebe" el cumplimiento de la promesa; como lo ha hecho hace poco Alan García de Perú apoyando a sólo un puñado de damnificados por un terremoto de 7,7 grados en la escala de Richter en la ciudad de Pisco.

Otros de estos politiqueros o burócratas son hábiles para convocar a colectas públicas nacionales o internacionales, clamar por donaciones, que al ser recibidas son endosadas a sus propias cuentas bancarias o son malversadas como el caso del ex presidente boliviano, el sanguinario Hugo Banzer, que prefirió destinar los fondos de donaciones para el terremoto de Totora y Aiquile a fines de la década de 1990 para la compra de un avión presidencial, que nunca funcionó, pese a que estaba con evidente sobreprecio; de hecho, este tipo de picardías son tan comunes en Latinoamérica, que un gran número de donaciones destinadas a los damnificados por el terremoto ocurrido en Haití se suspendieron hasta que no se garanticen mecanismos de transparencia en la utilización de estos recursos económicos.

De igual manera, también suele ser recurrente después de los "desastres naturales", los reproches a los pobladores pobres de las zonas afectadas por haberse instalado en estas zonas vulnerables, como si el asentamiento humano no respondiera a condiciones estructurales, sino a la sola voluntad de estos pobladores; como frecuentemente se culpa a los pobladores de Iztapalapa en México o de la zona de Tijuca en Rio de Janeiro.

También, se aparejan promesas de reubicación, para lo cual suele hacerse un conjunto de expropiaciones; pues algunos desastres que afectaron a conjuntos de viviendas autoconstruidas, han sido aprovechados por las autoridades estatales para hacer intervenciones no estructurales ni integrales en estas zonas, prohibiendo el reasentamiento en el lugar del desastre, edificándose parques, carreteras o convirtiéndolos en espacios públicos que les permite desalojar definitivamente a las familias pobres asentadas en esos lugares; pese a la insistente demanda de algunos damnificados para que les ayuden a construir sus viviendas en el mismo lugar.

Las reubicaciones — cuando se hacen — suelen hacerse en lugares tan periféricos que prácticamente son verdaderas expulsiones de los pobladores damnificados de las ciudades, disminuyendo las posibilidades de obtención de empleos u obligándolos a elevar sus presupuestos de transporte para acudir a sus puestos de trabajo; en otros casos, en cada una de las ciudades latinoamericanas citadas, ha sido frecuente la instalación de los damnificados en carpas precarias o refugios "provisionales", que terminan siendo la "nueva vivienda" durante muchos años; situación que muchas veces suele ser desconocida, dado que el periodismo empresarial que practican muchos medios de comunicación en los países latinoamericanos, sólo revolotean la tragedia cuando es noticia fresca y fácilmente de ser vendida en el mercado.


LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

RETORNO A LAS MONTAÑAS CHINGKANG


Vientos y truenos braman,

tremolan banderas y estandartes,

allí donde los hombres viven.

Treinta y ocho años se han deslizado

en un simple chasquear de dedos.

Podemos tomar al brazo la Luna en el Noveno Cielo

y atrapar tortugas en lo hondo de los Cinco Mares;

regresaremos entre risas y cantos triunfales.

Nada es imposible en el mundo

si uno se atreve a escalar las alturas.

(Mao Tse-tung)

martes, 20 de noviembre de 2012

GAZA, LA PRISIÓN AL AIRE LIBRE MÁS GRANDE DEL MUNDO

Por.- Noam Chomsky
Incluso una sola noche en la cárcel es suficiente para tener una idea de lo que significa estar bajo el control total de alguna fuerza externa. Y difícilmente se requiere más de un día en Gaza para apreciar lo que debe ser tratar de sobrevivir en la prisión al aire libre más grande del mundo, donde alrededor de 1,5 millones de personas en una franja de territorio de aproximadamente 140 millas cuadradas (unos 360 kilómetros cuadrados) están sometidas al terror y al castigo arbitrario, al azar. Sin más propósito que humillar y degradar.
Esa crueldad es para asegurarse de que las esperanzas palestinas de un futuro decente sean destrozadas, y que el abrumador apoyo mundial para un arreglo diplomático que conceda los derechos humanos básicos sea nulificado. El liderazgo político israelí ha ilustrado de manera dramática este empeño en los últimos días, advirtiendo que enloquecerá si los derechos de los palestinos reciben incluso un reconocimiento limitado por parte de Naciones Unidas. Esta amenaza de enloquecer (nishtagea) –es decir, lanzar una dura respuesta– está profundamente arraigada, remontándose a los gobiernos laboristas de los años 50, junto con el relacionado complejo de Sansón: Si nos desafían, derribaremos los muros del templo a nuestro alrededor.
Hace 30 años, los líderes políticos israelíes, incluidos algunos notables militaristas, presentaron al primer ministro Menajem Begin un asombroso informe sobre cómo los colonos en Cisjordania regularmente cometían actos terroristas contra los árabes ahí, con total impunidad. Disgustado, el prominente analista político-militar Yoram Peri escribió que la tarea del ejército israelí, al parecer, no era defender al Estado, sino demoler los derechos de personas inocentes sólo porque son araboushim (un duro epíteto racial) que viven en territorios que Dios nos prometió.
Los gazatíes han sufrido un castigo particularmente cruel. Hace 30 años, en su biografía The Third Way, el abogado Raja Shehadeh describió la desesperada tarea de tratar de proteger los derechos humanos fundamentales dentro de un sistema legal diseñado para garantizar el fracaso, y su experiencia personal como samid, un inquebrantable, que vio su casa convertida en prisión por obra de ocupantes brutales y no pudo hacer nada, sino soportarlo de algún modo. Desde entonces, la situación ha empeorado mucho.
Los Acuerdos de Oslo, celebrados con mucha pompa en 1993, determinaron que Gaza y Cisjordania son una sola entidad territorial. Para ese entonces, Estados Unidos e Israel ya habían iniciado su programa para separar a Gaza y Cisjordania, así como para bloquear la solución diplomática y castigar a los araboushim en ambos territorios. El castigo para los gazatíes se volvió incluso más severo en enero de 2006, cuando cometieron un crimen importante: Votaron de la manera equivocada en la primera elección libre en el mundo árabe, eligiendo a Hamas.
Mostrando su anhelo de democracia, Estados Unidos e Israel, respaldados por la tímida Unión Europea, inmediatamente impusieron un estado de sitio brutal, junto con ataques militares. Estados Unidos recurrió de inmediato a su procedimiento operativo estándar cuando una población desobediente elige al gobierno equivocado: preparar un golpe de Estado militar para restablecer el orden. Los gazatíes cometieron un crimen aún mayor un año después al bloquear el intento de golpe de Estado, lo que condujo a una intensificación del estado de sitio y los ataques. Estos culminaron en el invierno de 2008-09, con la Operación Plomo Fundido, uno de los más cobardes y viciosos ejercicios de fuerza militar en la historia reciente: una población civil indefensa, atrapada, fue sometida a un ataque incesante por parte de uno de los sistemas militares más avanzados del mundo, dependiente de armas estadounidenses y protegido por la diplomacia de Washington.
Por supuesto, hubo pretextos; siempre los hay. El común, sacado a relucir cuando se necesita, es la seguridad: en este caso, contra cohetes de fabricación casera lanzados desde Gaza. En 2008, se estableció una tregua entre Israel y Hamas. Ni un solo cohete de Hamas fue disparado hasta que Israel rompió la tregua bajo la cubierta de la elección estadounidense el 4 de noviembre, invadiendo Gaza sin una buena razón y matando a media docena de miembros de Gaza. Sus más altos funcionarios de espionaje aconsejaron al gobierno israelí que la tregua podría ser renovada relajando el bloqueo criminal y poniendo fin a los ataques militares. Pero el gobierno de Ehud Olmert –él mismo, según se dice, amante de la paz– rechazó estas opciones, recurriendo a su enorme ventaja en la violencia: la Operación Plomo Fundido.
El internacionalmente respetado defensor de los derechos humanos gazatíes Raji Sourani analizó el patrón del ataque bajo la Operación Plomo Fundido. El bombardeo se concentraba en el norte, haciendo blanco en civiles indefensos en las áreas más densamente pobladas, sin una posible base militar. El objetivo, sugiere Sourani, quizá haya sido impulsar a la población intimidada hacia el sur, cerca de la frontera con Egipto. Pero los samidin no se movieron. Un objetivo adicional podría haber sido empujarlos más allá de la frontera. Desde los primeros días de la colonización sionista se argumentó que los árabes no tenían razón real para estar en Palestina: pueden ser igual de felices en cualquier otra parte, y deberían irse; cortésmente transferidos, sugirieron los menos militaristas.
Esto seguramente no es de poca importancia para Egipto, y quizá sea una razón por la cual El Cairo no abre las fronteras libremente a los civiles o incluso a los suministros desesperadamente necesitados. Sourani y otras fuentes reconocidas han observado que la disciplina de los samidin oculta un barril de pólvora que podría explotar en cualquier momento, inesperadamente, como la primera Intifada en Gaza en 1987, después de años de represión. Una impresión necesariamente superficial después de pasar varios días en Gaza es el asombro, no sólo ante la capacidad de los gazatíes para seguir adelante con su vida, sino también ante la vitalidad entre los jóvenes, particularmente en la universidad, donde asistieron a una conferencia internacional.
Pero uno puede detectar signos de que la presión podría volverse demasiado difícil de soportar. Los reportes indican que se fermenta la frustración entre los jóvenes; un reconocimiento de que bajo la ocupación estadounidense-israelí el futuro no les depara nada. Gaza tiene la apariencia de un país del Tercer Mundo, con reductos de riqueza rodeados por una horrible pobreza. Sin embargo, no está poco desarrollada. Más bies está de-desarrollada y muy sistemáticamente, para tomar prestado el término de Sara Roy, la principal especialista académica sobre Gaza.
La Franja de Gaza pudiera haber llegado a ser una región mediterránea próspera, con una rica agricultura y una floreciente industria pesquera, maravillosas playas y, como se descubrió hace una década, buenas perspectivas de extensos suministros de gas natural dentro de sus aguas territoriales. Por coincidencia o no, fue entonces cuando Israel intensificó su bloqueo naval. Las perspectivas favorables fueron abortadas en 1948, cuando la Franja tuvo que absorber a una inundación de refugiados palestinos que huían del terror o fueron expulsados por la fuerza de lo que se convirtió en Israel; en algunos casos meses después del cese al fuego formal.
Las conquistas de 1967 de Israel y sus consecuencias asestaron golpes adicionales, y los crímenes terribles continúan hasta la actualidad. Los signos son fáciles de ver, incluso durante una breve visita. Sentado en un hotel cercano a la costa, uno puede oír el fuego de ametralladoras de lanchas cañoneras israelíes que ahuyentan a los pescadores de las aguas territoriales de Gaza y los obligan a acercarse a tierra, forzándolos a pescar en aguas que están fuertemente contaminadas debido a la negativa estadounidense-israelí de permitir la reconstrucción de los sistemas de drenaje y electricidad que destruyeron. Los Acuerdos de Oslo incluyeron planes para dos plantas de desalinización, una necesidad en esta región árida.
Una instalación avanzada fue construida: en Israel. La segunda está en Khan Yunis, en el sur de Gaza. El ingeniero a cargo en Khan Yunis explicó que esta planta fue diseñada de manera que no pueda usar agua de mar, sino que debe depender del líquido subterráneo, un proceso más barato que degrada más el escaso manto acuífero, garantizando problemas en el futuro. El suministro de agua sigue estando gravemente limitado. El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas (OOPS), que atiende a los refugiados, pero no a otros gazatíes, dio a conocer recientemente un informe que advierte que el daño al acuífero podría volverse irreversible pronto, y que sin una rápida acción de remedio Gaza podría dejar de ser un lugar habitable para 2020.
Israel permite que entre concreto para los proyectos del OOPS, pero no para los gazatíes involucrados en los enormes esfuerzos de reconstrucción. El limitado equipo pesado permanece en su mayor parte ocioso, ya que Israel no permite el ingreso de materiales para la reparación. Todo esto es parte del programa general que Dov Weisglass, un asesor del primer ministro Olmert, describió después de que los palestinos no siguieron las órdenes en las elecciones de 2006: “La idea –dijo– es poner a dieta a los palestinos, pero no hacerlos morir de hambre”.
Recientemente, después de varios años de esfuerzos, la organización israelí de derechos humanos Gisha logró obtener una orden judicial para que el gobierno dé a conocer sus registros que detallan los planes para la dieta. Jonathan Cook, un periodista basado en Israel, los resume así: “Funcionarios de salud ofrecieron cálculos de la cantidad mínima de calorías necesarias para que el millón y medio de habitantes de Gaza evitaran la desnutrición. Esas cifras fueron luego traducidas a los cargamentos de alimentos que Israel permitiría que ingresaran cada día, un promedio de apenas 67 camiones –mucho menos de la mitad del mínimo requerido– entraría en Gaza diariamente. Esto comparado con más de 400 camiones antes de que empezara el bloqueo”.
El resultado de imponer la dieta, observa el experto en Medio Oriente Juan Cole, es que “alrededor de 10 por ciento de los niños palestinos en Gaza menores de cinco años han visto afectado su crecimiento por la desnutrición.
Además, la anemia está extendida, afectando a dos terceras partes de los infantes, a 58,6 por ciento de los niños en edad escolar, y a más de un tercio de las madres embarazadas”.
Sourani, el defensor de los derechos humanos, observa que lo que se debe tener en mente es que la ocupación y el cierre absoluto son un ataque constante contra la dignidad humana del pueblo de Gaza, en particular, y de todos los palestinos, en general. Son la degradación, humillación, aislamiento y fragmentación sistemáticas del pueblo palestino. Esta conclusión ha sido confirmada por muchas otras fuentes. En The Lancet, una importante publicación médica, Rajaie Batniji, un médico de Stanford visitante, describe a Gaza como una especie de laboratorio para observar la ausencia de dignidad, una condición que tienen efectos devastadores en el bienestar físico, mental y social. La vigilancia constante desde el cielo, el castigo colectivo a través del bloqueo y el aislamiento, la intrusión en las casas y las comunicaciones, así como las restricciones sobre quienes tratan de viajar, casarse o trabajar dificultan vivir una vida digna en Gaza, escribe Batniji.
Los araboushim deben ser enseñados a no levantar la cabeza. Había esperanzas de que el nuevo gobierno de Mohammed Morsi en Egipto, que es menos servil con Israel que la dictadura de Hosni Mubarak respaldada por Occidente, pudiera abrir el Cruce de Rafah, el único acceso de Gaza hacia el exterior que no está sujeto al control israelí directo. Ha habido una ligera apertura, pero no mucha. La periodista Laila el-Haddad escribe que la reapertura bajo el gobierno de Mosri “es simplemente un regreso al statu quo del pasado: solo los palestinos que porten tarjetas de identificación de Gaza aprobadas por Israel pueden usar el Cruce de Rafah”.
Esto excluye a muchísimos palestinos, incluida la propia familia de El-Haddad, donde sólo un cónyuge tiene una tarjeta. Además, continúa, el cruce no conduce a Cisjordania, ni permite el paso de bienes, el cual está restringido a los cruces bajo control israelí y sujeto a prohibiciones sobre los materiales de construcción y las exportaciones. El restringido Cruce de Rafah no cambia el hecho de que Gaza sigue bajo hermético estado de sitio marítimo y aéreo, y continúa estando cerrado a las capitales culturales, económicas y académicas en el resto (de los territorios ocupados por Israel), en violación de las obligaciones israelí-estadounidenses según los Acuerdos de Oslo.
Los efectos son dolorosamente evidentes. El director del hospital de Khan Yunis, que también es jefe de cirugía, describe con enojo y pasión cómo incluso faltan las medicinas, lo cual deja a los médicos impotentes y a los pacientes en agonía. Una joven habla sobre la enfermedad de su difunto padre. Aunque él hubiera estado orgulloso de que ella fuera la primera mujer en el campamento de refugiados en obtener un título avanzado, dice, “murió después de seis meses de combatir el cáncer, a los 60 años. “La ocupación israelí le negó un permiso para ir a hospitales israelíes en busca de tratamiento. Yo tuve que suspender mis estudios, mi trabajo y mi vida para ir a sentarme al lado de su cama. Todos nos sentamos, incluido mi hermano el médico y mi hermana la farmacéutica, impotentes e inútiles, observando su sufrimiento. Murió durante el inhumano bloqueo de Gaza en el verano de 2006 con muy poco acceso a servicios de salud.
Pienso que sentirse impotente e inútil es el sentimiento más aniquilador que puede tener un ser humano. Mata el espíritu y rompe el corazón. Se puede combatir la ocupación, pero no se puede combatir tu propia sensación de ser impotente. Ni siquiera se puede disolver ese sentimiento.
Un visitante en Gaza no puede evitar sentir disgusto ante la obscenidad de la ocupación, agravado por la culpa, porque está a nuestro alcance poner fin al sufrimiento y permitir que los samidin disfruten de las vidas de paz y dignidad que merecen.
Tomado de: http://www.argenpress.info/2012/11/gaza-la-prision-al-aire-libre-mas.html