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lunes, 12 de noviembre de 2012

UN DÍA COMO HOY HACE 9 AÑOS LA UPEA CONQUISTA SU AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

La rebelión del pueblo en octubre de 2003 tuvo entre sus protagonistas a la valiente juventud alteña que en las calles derrocó al desgobierno del “gringo” Gonzalo Sánchez de Lozada, el gobierno neoliberal de entonces que le negó el derecho a la educación superior, un derecho que fue conquistado a sangre y fuego por los sectores populares de la ciudad de El Alto.
A 9 años de consecución de la cualidad de universidad autónoma nuestra universidad tiene aun muchos retos, el movimiento universitario alteño ha recorrido en pocos años bastante camino.
Por el impulso del pueblo, los estudiantes y los sectores progresistas de nuestra universidad hemos conquistado y construido una Institución de Educación superior prácticamente de la nada. Logros como la autonomía, arrancada el viejo Estado Boliviano gracias a la movilización de los estudiantes, el Voto Universal Igualitario, Periodicidad de Cátedra, entre otros, son el legado y producto de la movilizaciones, huelgas y enfrentamientos violentos contra los aparatos represivos del Estado, es nuestro deber preservar y profundizar estas conquistas en pos de democratizar el acceso a la educación para los sectores marginados y empobrecidos de nuestro país. Mucho se hizo, queda aún mucho por hacer, colocar la universidad al servicio del pueblo y sacar a las camarillas de corruptos que pululan dentro como fuera de la universidad.
Felicidades rebelde juventud alteña, felicidades a los docentes y trabajadores administrativos comprometidos con los intereses del pueblo y que desde el anonimato día a día hacen a nuestra institución.
¡¡¡El Alto de pie, nunca de rodillas!!!
12 de noviembre 2012
PRODUCTORA AUDIOVISUAL COMUNITARIA
ALTO - TV UPEA
(video de la FUNDACIÓN de la UPEA producido por CEPABOL)

sábado, 11 de agosto de 2012

REVISTA LA "CUESTION ES ESA" nro. 1 (2012)


REVISTA: LA CUESTION ES ESA "PRIMER PROGRAMA" por f100003058082517

PRESENTAMOS EL PRIMER NÚMERO DE NUESTRA REVISTA “LA CUESTION ES ESA”


Nosotros, la PRODUCTORA AUDIOVISUAL COMUNITARIA ALTOTV-UPEA somos una organización estudiantil AUTOSOSTENIDA que nació en la Universidad Pública de El Alto (Bolivia) a inicios del 2010. Este proyecto fue impulsado por el colectivo internacionalista INTERBRIGADAS EV y la Brigada "Ezequiel Zamora” quienes durante los meses de febrero, marzo y abril de 2010 realizaron una jornada de capacitación en realización de audiovisuales. Los asistentes a los talleres realizamos nuestras primeras producciones y entonces decidimos fundar la Productora Audiovisual Comunitaria ALTOTV-UPEA para dar continuidad y vida al proyecto.

La organización está abierta para tod@sl@scompañer@svoluntari@s que quieran aportar a una producción audiovisual que refleje la realidad socio-política de la juventud y los sectores populares de la ciudad de El Alto desde un enfoque independiente, critico, solidario y alternativo al monopolio de los medios masivos de comunicación que actualmente se encuentran en manos del poder económico. Nuestro objetivo es promover entre la juventud y el pueblo la discusión, reflexión y la acción por la democratización efectiva del derecho de los pueblos a una comunicación solidaria, por una comunicación alternativa que hable desde otro punto de vista que refleje la realidad y las luchas de los pueblos por mejores condiciones de vida.

El uso de los equipos es totalmente gratuito y l@scompaner@s de la Productora apoyan con sus conocimientos técnicos a los integrantes nuevos.

¡POR UNA COMUNICACIÓN CRÍTICA, ALTERNATIVA Y POPULAR!

productora_alto_tv@hispavista.com

jueves, 29 de diciembre de 2011

LA CRISIS UNIVERSITARIA: CRISIS DE MAESTROS Y CRISIS DE IDEAS

Por.- JOSE CARLOS MARIATEGUI
Nuevamente insurgen los estudiantes. Vuelven a preconizar unos la reforma universitaria y otros la revolución universitaria. Vuelven a clamar todos, confusa pero vivazmente, contra los malos métodos y contra los malos profesores. Asistimos a los preliminares de una tercera agitación estudiantil.
La primera agitación, en 1919, desembarazó a la Universidad de algunos catedráticos inservibles. Otra agitación estudiantil que, más tarde, tuvo temporalmente clausurada a la Universidad, originó otros cambios en el personal docente. Ahora, apenas apagados los ecos de esa agitación, se inicia una nueva. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir simplemente que las causas del malestar universitario no han desaparecido. Se ha depurado mediana e incompletamente el personal de catedráticos, reforzado hoy con algunos elementos jóvenes y exonerados de algunos elementos caducos y seniles. Pero la Universidad sigue siendo sustancialmente la misma. Y la juventud tiene de nuevo la sensación de frecuentar una Universidad enferma, una Universidad petrificada, una Universidad sombría, sin luz, sin salud y sin oxígeno. La juventud —al menos sus núcleos más sanos y dinámicos— siente que la Universidad de San Marcos es, en esta época de renovación mundial y de mundial inquietud ideológica, una gélida, arcaica y anémica academia, insensible a las grandes emociones actuales de la humanidad, desconectada de las ideas que agitan presentemente al mundo. Un discurso de Alfredo Palacios ha estimulado la sensibilidad estudiantil. Y ha encendido los mismos anhelos de reforma, ha sembrado los mismos gérmenes de revolución que en 1919.
Otra vez, la juventud grita contra los malos métodos, contra los malos profesores. Pero esos malos maestros podrían ser sustituidos. Esos malos métodos podrían ser mejorados. No cesaría, por esto, la crisis universitaria. La crisis es estructural, espiritual, ideológica. La crisis no se reduce a que existen maestros malos. Consiste, principalmente, en que faltan verdaderos maestros. Hay en la Universidad algunos catedráticos estimables, que dictan sagaz y cumplidamente sus cursos. Pero no hay un solo ejemplar de maestro de la juventud. No hay un solo tipo de conductor. No hay una sola voz profética, directriz, de leader y de apóstol. Un maestro, uno no más, bastaría para salvar a la Universidad de San Marcos, para purificar y renovar su ambiente enrarecido, morboso e infecundo. Las bíblicas ciudades pecadoras se perdieron por carencia de cinco hombres justos. La Universidad de San Marcos se pierde por carencia de un maestro.
Las universidades necesitan para ser vitales, que algún soplo creador fecunde sus aulas. En las universidades europeas, al mismo tiempo que se almaciga y se cultiva amorosamente la ciencia clásica, se elabora la ciencia del porvenir. Alemania tiene maestros universitarios como Albert Einstein, como Oswald Spengler, como Nicolai, actualmente profesor de la Universidad de Córdoba. Italia tiene maestros universitarios como Enrique Leone, como Enrique Ferri. España tiene maestros universitarios como Miguel de Unamuno, como Eugenio d'Ors, como Besteiro. Y también en Hispano-América hay maestros de relieve revolucionario. En la Argentina, José Ingenieros. En México, José Vasconcelos y Antonio Caso. En el Perú no tenemos ningún maestro semejante con suficiente audacia mental para sumarse a las voces avanzadas del tiempo, con suficiente temperamento apostólico para afiliarse a una ideología renovadora y combativa. La Universidad de Lima es una universidad estática. Es un mediocre centro de linfática y gazmoña cultura burguesa. Es un muestrario de ideas muertas. Las ideas, las inquietudes, las pasiones que conmueven a otras universidades, no tienen eco aquí. Los problemas, las preocupaciones, las angustias de esta hora dramática de la historia humana no existen para la Universidad de San Marcos. ¿Quién vulgariza en esta universidad deletérea y palúdica el relativismo contemporáneo? ¿Quién orienta a los estudiantes en el laberinto de la física y de la metafísica nuevos? ¿Quién estudia la crisis mundial, sus raíces, sus fases, sus horizontes y sus intérpretes? ¿Quién explica los problemas políticos, económicos y sociales de la sociedad contemporánea? ¿Quién comenta la moderna literatura política revolucionaria, reaccionaria o reformista? ¿Quién en el orden educacional, habla de la obra constructiva de Lunatcharsky o Vasconcellos? Nuestros catedráticos parecen sin contacto, sin comunicación con la actualidad europea y americana. Parecen vivir al margen de los tiempos nuevos. Parecen ignorar a sus teóricos, a sus pensadores y a sus críticos. Tal vez algunos se hallan más o me-nos bien enterados, mas o menos bien informados. Pero, en este caso, la investigación no suscita en ellos inquietud. En este caso, la actualidad mundial los deja indiferentes. En este caso, la juventud tiene siempre el derecho de acusarlos de insensibilidad y de impermeabilidad.
Nuestros catedráticos no se preocupan ostensiblemente sino de la literatura de su curso. Su vuelo mental, generalmente, no va más allá, de los ámbitos rutinarios de su cátedra. Son hombres tubulares, como diría Víctor Maúrtua; no son hombres panorámicos. No existe, entre ellos, ningún revolucionario, ningún renovador. Todos son conservadores definidos o conservadores potenciales, reaccionarios activos o reaccionarios latentes, que, en política doméstica, suspiran impotente y nostálgicamente por el viejo orden de cosas. Mediocres mentalidades de abogados, acuñadas en los alvéolos ideológicos del civilismo; temperamentos burocráticos, sin alas y sin vértebras, orgánicamente apocados, acomodaticios y poltrones; espíritus de clase media, ramplones, huachafos, limitados y desiertos, sin grandes ambiciones ni grandes ideales, forjados para el horizonte burgués de una vocalía en la Corte Suprema, de una plenipotencia o de un alto cargo consultivo en una pingüe empresa capitalista. Estos intelectuales sin alta filiación ideológica, enamorados de tendencias aristocráticas y de doctrinas de élite, encariñados con reformas minúsculas y con diminutos ideales burocráticos, estos abogados, clientes y comensales del civilismo y la plutocracia, tienen un estigma peor que el del analfabetismo; tienen el estigma de la mediocridad. Son los intelectuales de panteón de que ha hablado en una conferencia el doctor John Mackay. Al lado de esta gente escéptica, de esta gente negativa, con fobia del pueblo y fobia de la muchedumbre, maniática de estetismo y decadentismo, confinada en el estudio de la historia escrita de las ideas pretéritas, la juventud se siente naturalmente huérfana de maestros y huérfana de ideas.
En dos profesores peruanos —Víctor M. Maúrtua y Mariano H. Cornejo— he advertido vivo y comprensivo contacto con las cosas contemporáneas, con los problemas actuales, con los hombres del tiempo. Ambos profesores, malgrado su disimilitud, son, sin duda, las figuras más inquietas, modernas y luminosas, aunque incompletas, de nuestra opaca universidad. Pero ambos andan fuera de ella.
En el cortejo estudiantil-obrero del 25 de mayo, el rector y los catedráticos de San Marcos, que marchaban con la juventud y el pueblo, no eran sus conductores, sino sus prisioneros. No eran sus líderes, eran sus rehenes. No acaudillaban a la muchedumbre; la escoltaban. Iban llenos de aprensión, de desgano, de miedo, malcontentos y, en algunos casos, "espeluznados".
Ante este triste panorama universitario la frase justa no es: "falta juventud estudiantil"; la frase justa es: "faltan maestros, faltan ideas". En algunos sectores de la juventud estudiantil hay síntomas de inquietud y se refleja, aunque sea vaga e inconexamente, la gran emoción contemporánea. Algunos núcleos de la juventud son sensibles y permeables a las ideas de hoy. Una señal de este estado de ánimo es la Universidad Popular. Otra señal es la acorde vibración revolucionaria de algunos intelectuales jóvenes que se preparan a fundar entre nosotros el grupo "Claridad". La llanura está poblada de brotes nuevos. Únicamente las cumbres están peladas y estériles, calvas y yermas, apenas cubiertas del césped anémico de una pobre cultura académica.
Y esta es la crisis de la Universidad. Crisis de maestros y crisis de ideas. Una reforma limitada a acabar con las listas o a extirpar un profesor inepto o estúpido, sería una reforma superficial. Las raíces del mal quedarían vivas. Y pronto renacería es-te descontento, esta agitación, este afán de corrección, que toca epidérmicamente el problema sin desflorarlo y sin penetrarlo.